El bullying escolar de Paco Yunque: Más de siete décadas después

Estuve hace poco en la escuela de la mayor de mis hijas. Fuimos invitados a la celebración del arte literario de diversos tipos de autores; entre los cuales se encontraba el colosal César Vallejo.

Hubo entre el desglose de actividades, una representación teatral de Paco Yunque, que como muchos de nosotros sabemos, es una historia cargada de sentimientos de impotencia, que difícilmente podría haberse narrado y explicado a un niño de antaño.

Particularmente las escenas que desarrollaron los niños de diferentes edades, me enternecieron hasta las lágrimas… Y es que, me puse a pensar, que quizá el Sr. Vallejo, consiguió hacerse atemporal…

Y sí, todavía tenemos niños que pueden estar llorando por sentirse imposibilitados de “merecer” una defensa.

Lo que puede ocasionarlo una plana docente, que se dedicó a minimizar los hechos que involucran un agresor en el aula y unos agredidos, que puede tratarse de agresión física o verbal, y que tarde o temprano, hará mella en ambos, en el victimario y en su víctima… Como pasó con la maestra de Paco Yunque.

Llevo en la memoria una escena dolorosa de mi vida, cuando apenas tenía once años. Pasé de mi escuela primaria en la ciudad de Lima a una escuela secundaria en Piura. Encontré en mi aula, donde debía sentirme cómoda y segura, una compañera que compartía mi carpeta, que me golpeaba “inocentemente” con el material educativo que tuviese a la mano… Una vez fue con una cartulina enrollada… Siempre recordaré lo que vino a continuación… Me quejé con mi madre, que inmediatamente tomo cartas en el asunto. El caso llegó hasta el director. No recuerdo que dijo este exactamente, pero debe haber mencionado, algo respecto a la “amistad”. Luego, cerró el tema pidiéndome que le dé la mano a esta niña, a la que yo veía probablemente, más grande de lo que era y más fuerte de lo que yo sentía que podía aguantar. Y la cambiaron de lugar, cinco carpetas más allá… Y eso fue todo. Al siguiente año, yo estaba en otro colegio.

Lo que también suele ocurrir es que son los padres los que fomentan la tolerancia al terror, justificándose con la pantomima de que tienen que hacerse fuertes para la vida.

¿Fuertes? ¿Más feroces? ¿Los mandamos a recorrer el bosque para encontrarse con el lobo y que se planteen la mejor estrategia para salir bien librados y lograr así, el final feliz del cuento? Claramente no podemos defenderlos de por vida, pero ante una llamada de atención, un cambio sobre sus comportamientos, deberíamos poder hacer algo; porque “deberíamos” estar programados para dicha tarea.

Recuerdo el pequeño actor de Paco Yunque de la escuela de mi niña, dejándose patear (obviamente, el que representaba a Humberto Grieve, ni le rozó con el zapato). Y otra escena, donde se sumerge en la profunda tristeza porque le sustrajeron su tarea, cuando debía presentarla y demostrar que hubiera sido el mejor… Lo recuerdo y me pongo a pensar: Sr. Vallejo, la sociedad del siglo pasado, no es tan diferente a la de ahora… Lo lamento tanto.

Pero hay un brillo esperanzador en medio de la oscuridad… Al final de la obra, los niños repitieron a viva voz y al unísono: No al bullying. No te quedes callado… Qué enorme mensaje que la historia trae consigo… Y ellos, no se quedarían callados. Le pido a la vida que nunca, se queden callados.

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